Imagen: Crónica de Sociales |
La era de la publicidad exterior agresiva, fea y producto de tan sólo un minuto de inspiración debería entrar en franca decadencia. La contaminación visual y el bajo impacto que se logra en los actuales consumidores debería estimular a las ciudades a buscar otras forma de coexistir con los anunciantes.
Hace varios años, en este mismo espacio publiqué el artículo "Espacio público espectacular" en el que contaba la historia de una ciudad mexicana que lucho por retirar y prohibir los anuncios espectaculares; lo lograron y lo celebraron. Cuatro años después, con el cambio de gobierno, los inmensos carteles regresaron a los techos, terrenos y puentes de la ciudad.
Pareciera entonces que la lucha es inútil; sin duda, la prohibición no es el camino pero sí lo es el trabajo conjunto para buscar alternativas creativas, factibles y por supuesto sustentables.
Basílica en Quebec, Canada vía Wikipedia |
La publicidad exterior es tan antigua como las ciudades; en el antiguo Egipto los comerciantes anunciaban sus productos inscribiendo mensajes en grandes piedras a la entrada de la ciudad y en Roma existían murales destinados para este fin.
Lo que nunca imaginaron ni los egipcios ni los romanos es que el creciente consumismo iba a inundar las ciudades de aquellos inocentes murales que poco a poco se convertirían en inmensas estructuras, llenas de luces y a veces hasta de sonido; en anuncios que mostraban imágenes sugestivas y ya no sólo mensajes escritos.
El 'boom' de los anuncios espectaculares inundo ciudades sin respetar monumentos históricos, paisajes, pequeños comercios, ventanas de edificios; en fin, los gigantes murales modernos devoraron poco a poco a los espacios públicos.
Afortunadamente en algún lugar existió una mesa con dos sillas que permitió al gobierno y a la empresa charlar para buscar una salida en las que todos ganaran: la ciudad, los ciudadanos y la empresa. La ciudad de Milwaukee en Wisconsin, EE.UU. es un digno ejemplo de esta clase de convenios.
En 2011 la empresa de publicidad Cramer-Krasselt trabajó de la mano de los centros juveniles y familiares de la ciudad (COA) en crear una campaña de publicidad exterior que lograra promover los vínculos familiares y resaltar la importancia de que los padres se involucren en la educación de sus hijos al mismo tiempo que el material publicitario se integraba amablemente a la ciudad. El resultado habla por si solo a través de las siguientes imágenes. Sin que los anuncios lo pidieran explícitamente, los COA recibieron mas donaciones que nunca a partir del lanzamiento de esta nueva clase de anuncios. Esta ha sido su campaña más exitosa.
Imágenes tomadas de My Modern Met Blog |
IBM es otra empresa que comienza a dar cátedra en lo que a publicidad exterior creativa y útil se refiere. Como parte de su proyecto de ciudades inteligentes, la empresa tecnológica se anuncia a través de creativo mobiliario urbano: anuncios que parecen simples carteles pero en realidad son bancas, toldos para la lluvia o rampas.
En Latinoamérica también hay cosas que contar; la marca de bebidas "Sprite" ha optado por instalar un singular y útil mobiliario urbano que sirve de publicidad exitosa y masiva: las duchas en las playas de Río de Janeiro; una campaña publicitaria que muchos desean que sea permanente por la utilidad de la misma.
Las bicicletas que arrastran carteles publicitarios es otra buen alternativa que sin duda mejoraría si además se tratara de bicicletas de reparto que ayudan a sacar de las calles automóviles o motocicletas. La otra opción un poco más tradicional pero aceptable es el uso de transporte público y sus paradas para publicitar productos.
Están estas ideas y sin duda muchas más; seguramente cualquier publicista que esté leyendo estas líneas ya tendrá una cascada de alternativas en mente y unas serán mejores que otras; pero lo que ya no puede ser una inversión son esos gigantes que invaden los techos y paredes de nuestras ciudades.
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