La indigencia nuestra de cada día

Foto cortesía de Keneth Cruz 

Hace unos meses una persona indigente se instaló bajo un árbol en el parque que está frente a mi casa. Era pleno invierno y en el Uruguay es una estación del año que puede ser muy cruel. Durante un par de días le acerqué lo que pude, sin preguntas (aunque moría de ganas por conocer su historia), al menos dos comidas al día, ropa que no usábamos más, vaya, lo que pude. Al tercer día se fue, no supe a qué hora ni mucho menos a donde, sólo se fue. Pensé por muchos días en él.

Volverse un "sin techo" es algo que puede estar en la historia de vida de cualquiera, sin importar educación, clase social, religión, actividad productiva; al final, es un estado derivado de una vuelta extraña e inesperada en nuestras vidas.

De acuerdo a informes publicados sobre la indigencia en Iberoamérica tres de las principales causas de esta situación son las adicciones, la ruptura de lazos familiares y la pérdida del empleo y posterior búsqueda larga e infructuosa.

A este tipo de eventos los psicólogos suelen llamarles "sucesos vitales estresantes" y normalmente tienen dos características: son bruscos y tienden a ser encadenados. Es decir, cual fichitas de dominó que caen una tras otra; se pierde el empleo, se pierde la familia, no hay dinero, se cae en depresión, en desesperanza, en ocasiones en adicciones...la cara oculta y malvada de los sistemas.

Para una ciudad, la indigencia suele ser un problema y debiera además ser un punto medular de su agenda. La vida en las calles trae consigo problemas de salud, sensación de inseguridad, pérdida de espacios públicos, rechazo social. ¿Cómo enfrentan esto los gobiernos? Pues bien, algunos han decidido encomendar a sus ministerios o secretarías sociales el trabajo de ofrecer a esta gente refugios temporales los cuales a veces son limitados en capacidad o tienen enormes desventajas como la inseguridad interna, entran con pocas cosas y salen sin nada. En otras ciudades han creado programas que permiten reinsertar en la sociedad con éxito a las personas en estas condiciones para ello buscan darles vivienda y empleo y en contadas ocasiones atención psicológica. En algunas ciudades canadiense existe un programa de gobierno que tiene como premisa que nadie puede pasar más de 10 días en la calle o en un refugio temporal, su situación debe ser atendida de inmediato. En estas ciudades el gobierno descubrió que ignorar el problema les cuesta cinco veces más dinero que atenderlo (interesante dato ¿no?). Otras ciudades simple y sencillamente se ponen una venda en los ojos y caminan tranquilos mientra pasan por arriba de la gente que duerme en un colchón en la calle.

La realidad es que son más las ONG que los gobiernos que se dedican a atender este problema desde un enfoque humanitario. El problema crece cada día más, la sociedad de consumo ha generado estándares de vida, de ingresos y de éxito difíciles de alcanzar. Los procesos de "gentrificación" (de los cuales prometo hablar en otro artículo) han dejado a familias enteras en las calles mientras que su vivienda sencilla es arreglada para venderse en un precio ridículamente alto para "embellecer" los barrios deteriorados. El mercado laboral es cada vez más irresponsable en este sentido y los despidos masivos, el prescindir de gente mayor en las empresas y el deseo de aumentar el margen de utilidad han provocado, junto con tanta crisis económica, que cada vez más gente se sorprenda a sí misma durmiendo en un parque, plaza o acera.

Foto cortesía de Keneth Cruz

Cada año, a lo largo y ancho del mundo se crean proyectos innovadores de diversa índole destinados a atender este problema; por ejemplo en Barcelona una ONG creó una aplicación para que la gente ayude a través de un mapa a informarles donde hay "sin techo" para que los puedan ayudar. Tintorerías que ofrecen trajes y peluquerías que regalan cortes de pelo para que la gente sin hogar pueda afrontar una entrevista de trabajo. Gente que organiza bazares ambulantes par recibir donativos de ropa y comida. Organizaciones que dan empleos temporales a los indigentes...Pero, ¿y las causas que provocan esto?, ¿se elimina el problema de raíz?  parece que no, pues la verdad es que para los gobiernos esto es uno de esos temas tabú, de los que hay que hablar bajito porque lo que habría que hacer es lidiar con modelos económicos que están probando claramente que ya están caducos.

No se tienen cifras exactas, la definición de indigencia, persona sin hogar o sin techo varía de país en país. La ONU estimó en 2005 que en el mundo habían 100 millones de habitantes en esta situación: uno de cada 60 habitantes. Sin duda, una cifra que ya alcanza para que gobiernos, comunidades, escuelas, profesionales de la salud mental se pongan la pilas para buscar soluciones de fondo.

Ninguna ciudad podrá presumir de ser sustentable si casi el 2% de su población duerme a la intemperie y vive "con lo puesto menos un botón".





Un agradecimiento especial para Keneth Cruz por sus fotos y su buena disposición. Visiten su galería en Instagram y lean sus textos: una denuncia inteligente y maravillosa de esta realidad social que nos golpea todos los días.



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