Fotografía: Radio Nederland Wereldomroep |
Ayer, 20 de marzo de 2013, se celebró por primera vez el "Día Internacional de la Felicidad". Instituido por la ONU a sugerencia del Reino de Bután, es un día creado para recordar la importancia de la felicidad como consecuencia del bienestar.
La felicidad nos han dicho, es una meta casi utópica, es un sentimiento relativo y en muchas ocasiones pasajero; pero la ONU, gracias a la experiencia de Bután, considera que es mucho más que eso, o que tarjetas cursis de ositos abrazados: la felicidad es un nuevo paradigma económico que reconoce la paridad de los tres pilares del desarrollo sostenible: social, económico y medioambiental.
Bután es un país que apenas hace 42 años fue reconocido por la ONU como nación soberana y que desde entonces adoptó el concepto de un Índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB o FBI) para sustituir al más tradicional Producto Interior Bruto (PIB) reconociendo así la supremacía de la felicidad nacional por encima de los ingresos nacionales.
Al inicio como cualquier otra nación, Bután hizo planes de desarrollo que consistían en añadir infraestructura como autopistas modernas y alumbrado público, en prestar servicios de salud y en construir muchas escuelas. Después, se dieron cuenta que su religión, sus tradiciones y sus planes de desarrollo no podían coexistir, así que cambiaron el rumbo de su país y decidieron que el desarrollo se fundamentaría en cuatro pilares: buen gobierno, preservación cultural, conservación del medioambiente y desarrollo socioeconómico equitativo.
¿Cómo se les ocurrió esto? Pues simplemente siendo congruentes con su filosofía budista y dejando claro entonces que el primer objetivo de la actividad económica del país tenía que ser intensificar el bienestar humano, no sólo la adquisición de bienes materiales. La persecución de riquezas materiales y no materiales confluye en los Planes de Desarrollo bajo la etiqueta de FNB.
Y eso de la búsqueda de la felicidad fue mucho más que un discurso Bután actuó y en serio pese a tener una historia y una política que no le ayudaban: en 2000 estrenaron la televisión e Internet pasando por encima de la tradicional censura; apenas hace algunos años se instauró la democracia y la gente pudo elegir a su gobierno sintiéndose mucho más felices que en la era de la imposición y la búsqueda de la igualdad es una tarea ferviente; si bien su ingreso per cápita no es alto, en Bután no hay hambre y la educación y servicios de la salud son un derecho respetado.
Ayer que celebramos el Primer Día Internacional de la Felicidad pocos medios de comunicación nos contaron esta historia pero lo que si se dedicaron a hacer fue a publicar diferentes listas de las diez ciudades más felices del mundo; me sorprendió mucho la elaborada por la firma GfK Custom Research que dice que la ciudad más feliz es Río de Janeiro, luego está Sydney, Barcelona, Amsterdam, Melbourne, Madrid, San Francisco, Roma, París y cierra con broche de oro Buenos Aires.
Leo varias veces la lista y no dejo de sorprenderme; mi primera pregunta es: ¿cómo calcularon este índice de felicidad?, después pienso que muchas de estas ciudades son caras y eso más que felicidad genera angustia, también pienso que muchas son violentas e inseguras, pienso que otras luchas por la igualdad y la justicia social sin tener una respuesta, pienso en los parados de Madrid, en los cacerolazos de Buenos Aires, en la alta tasa de suicidios en Amsterdam...nada me explica cómo es que son tan felices.
Después de una larga indagatoria, muy pero muy larga, logro encontrar algo de información de cómo calcularon la felicidad de estas ciudades y resulta que se dieron la vuelta por tan sólo 29 países (15% de los que existen), todos por supuesto de Occidente y preguntaron a los habitantes de las grandes ciudades acerca de la diversión que tienen en su ciudad medida en centros comerciales, espectáculos, entretenimiento en exteriores e interiores y ¡listo! ya saben quién es bien pero bien feliz.
No me sorprende que muchas firmas consultoras, gobiernos y medios de comunicación sigan creyendo que la felicidad tiene que ver con el consumo y que por eso hagan un estudio en los países occidentales consumidores que mide cuánto gasta la gente en divertirse y concluyan que los que tienen muchos lugares a dónde ir y en dónde gastar son los ciudadanos felices; lo que me sorprende es que como ciudadanos desesperados por la inseguridad, la crisis, la depredación, el caos, no nos detengamos a pensar que no todo lo que leemos es cierto y que más allá de nuestras fronteras y en el otro lado del mundo hay sociedades como Bután que han aprendido a ser felices sin tener que producir y consumir sin parar.
Yo le pregunto a la firma GfK que cómo es posible que el Día de la Felicidad se haya inspirado en la experiencia de Bután y que Timbu (capital de aquel país) no aparezca listada como una de las ciudades más felices.
¿O será que sólo soy una soñadora y que la verdad es esa que uso la escritora Guadalupe Loaeza como título de unos de sus libros "compro, luego existo"?
El presidente de Uruguay en un discurso en Río de Janeiro, ya se lamentaba de eso. La gente se olvida de ser feliz, pasa demasiado tiempo preocupada en como pagar cuentas y se olvida de vivir. Deberiamos aprender un poco mas de Butan
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