La ciudad que lee

De: Espinoza, Lafont y Segura vía ZetoPhotos en Flickr

Si sentáramos a diez japonenes en la sala de espera de un consultorio médico y pusiéramos una mesa con libros y revistas a su disposición; nueve de ellos tomarían alguno de los ejemplares para leerlo mientras esperan. Si los pacientes fueran alemanes, siete pasarían el rato leyendo; si fueran uruguayos o españoles serían seis los lectores. La mitad de la sala estaría leyendo si estuviéramos en Argentina, Chile o Brasil y dos o tres solamente tomarían un libro si nuestra utópica escena se desarrollara en México o Perú.

Estas son las estadísticas que se repiten año con año después de que UNESCO o CERLAC hacen estudios sobre los hábitos lectores. Estas son las estadísticas que hace dos días cuando se celebró el Día del Libro la prensa nos recordó. Estas son las estadísticas que cuentan también que mientras que en Islandia cada habitante lee cuarenta libros al año y más aún, que probablemente uno de cada diez se convierta en autor; en México  se logra apenas un índice de 2,8 libros por habitante el año y en Colombia si bien les va lograrán que cada personas lea 2,2 libros por año.

Los gobiernos dicen estar horrorizados con estos números y no comprenden cómo es que la gente no lee si ya casi en ningún lugar los libros pagan impuestos, y si en las escuelas los obligan a llevar un libro a casa por semana, y si las maestras les dicen a los niños que lean mucho para ser cultos y si en las empresas les regalan a sus empleados un libro a fin de año. ¿Qué pasa, por qué nadie lee?



Nadie lee porque más allá del reparto de libros, de las campañas con frases divertidas para fomentar la lectura y de los discursos políticos, está una ausencia total de interés en convertir verdaderamente a los ciudadanos en lectores.

De vuelta a las estadísticas tenemos que en México hay una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes y si un día todos los mexicanos deciden ir a comprar un libro habrá que ver cómo hacerle para que cada librería le venda a 100 mil o más mexicanos un ejemplar de lo que sea porque no hay más que ese número de establecimientos. De nada sirven las campañas de fomento si ni siquiera podemos distribuir los libros.

Sin duda el gobierno lo tiene claro: la falta de lectura no mata a nadie y por ello no andan pensando mucho en cuántos recursos poner ahí. Tienen claro además que la sobredosis de libros tampoco mata pero si puede convertirse en un peligro para sus intereses.

No perdamos de vista además que la gente no lee porque no quiera o porque no tenga el hábito; mucha gente no lee porque sus necesidades más básicas no están cubiertas y porque además es parte de un sistema educativo donde la lectura es enseñada como una obligación más y como una habilidad más que tienen que desarrollar y que se tiene que poder medir y calificar; la lectura es en muchas regiones un lujo y también una piedra en el zapato.

El escritor Juan Domingo Argüelles en uno de los muchos artículos que ha dedicado al tema de la lectura y el fomento de la misma sugiere revisar lo propuesto hace casi cien años por Bertrand Russellen sus 'Ensayos sobre educación' (1926) y de esos hoy quiero destacar un párrafo que me parece que resume de forma excepcional el debate sobre el fomento a la lectura:
"El saber es importante, pero es más importante la supervivencia.Los libros son extraordinarios, pero no hay nada más extraordinario que la vida. Dotemos a esta vida de circunstancias menos precarias y un ambiente más favorable, y entonces los libros podrán ocupar el sitio que hasta hoy se les ha negado".
Para Russell lo importante, en el caso del aprendizaje, es el espíritu de libertad y aventura. Si la educación formal procediera con este espíritu se crearían vasos comunicantes de experiencias que conducen espontáneamente a otras actividades deseables, entre ellas la lectura misma.

Argüelles concluye diciendo que:
"Mucho del sistema escolar está orientado a desalentar la lectura. Al hacer esto, en lugar de multiplicar los espejos, se veda a millones de estudiantes la posibilidad de reflejarse y examinarse con mirada inteligente. No hay imaginación pedagógica para transmitir el gozo de leer, simplemente porque en su mayor parte los profesores no son lectores. Y tampoco lo son los funcionarios encargados de aumentar burocráticamente los índices de lectura”.
Un diagnóstico así desnuda por completo el penoso simulacro de las campañas y programas de lectura que, desde la empresa privada y desde el Estado, se quiere erigir en ejemplo de pedagogía y filantropía, por medio de modelos de tenaz analfabetismo cultural."
En la novela Fahrenheit 451, Ray Bradbury cuenta la historia 'ficticia' de una sociedad futura (lo cual no es tan ficticio) donde los libros están prohibidos (y a este paso esto es menos ciencia ficción que nada) y donde la televisión controla el pensamiento de la gente (¡pero qué ocurrencias de Bradbury!).El protagonista es un bombero que como todos siente un gran placer al incendiar libros; son bomberos encargados de provocar incendios con libros de por medio en vez de apagarlos. Un día de trabajo cualquiera no puede creer lo que ven sus ojos cuando es el turno de incendiar la biblioteca de una mujer que decide prenderse fuego ella misma antes que ver como las llamas extinguen sus libros. Antes de cumplir con su cometido, toma un libro de esa biblioteca y lo esconde entre sus ropas. La visión del mundo ha cambiado para él, ya no responde más preguntas, ahora las hace; hoy ya es parte de la ciudad que lee y por ende su vida corre peligro.

Comentarios

  1. Esto es horrible y es real. En mi pequeña ciudad (San Cristóbal) les di a mis alumnos de Psicología un pequeño taller de inducción a la lectura. Se trataba de que se emocionaran con algún libro y no lo quisieran dejar, para eso había todo tipo de libros y, dese luego, con y sin ilustraciones.
    Cuando ya estaban en absoluto silencio inmersos en la lectura les pedí que se fueran a leer a los jardines de la Universidad y (es penoso pero cierto) otros alumnos y profesores les tomaban fotos porque era la primera vez que se veía esto en esos jardines.
    Esos son mis granos de arena, ojalá hubiera más en este país.

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    1. Literalmente: 'el fenómeno de la lectura'; qué triste pero algo se avanza con que una sola persona más descubra el seductor encanto de un libro.

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  2. A los gobiernos no les interesa que la gente lea, si que lean el Hola, Marca y cosas de esas de deportes y chusmerio barato. Imaginate que nos ponemos todos a leer y empezamos a pensar por nosotros mismos? No way. A mi me encanta leer, leo muchisimo aunque confieso que hace mucho que no compro libros, ya lo leo por internet, tengo una carpeta donde los guardo y los voy leyendo.

    En fin es un habito muy bueno que lástima se esté perdiendo

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    1. Vaya que no les interesa! Y si no van a cambiar ojalá sólo en eso se quede y no se convierta en un Farenheit 451!!

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