La comida es primero

Imagen: Jonathan Davis

Combatir el hambre debería ser una promesa de los gobernantes que se tomara mucho, pero mucho más en serio porque la realidad es que en el mundo hay mucha hambre y el hambre genera miseria humana, violencia e insalubridad.

En el mundo hay hambre no porque el almacén de alimentos se abra cada mañana, se repartan porciones idénticas por todas las latitudes y de repente habiendo todavía una larga fila de humanos hambrientos nos demos cuenta que no hay nada más para repartir. Hay hambre porque la llave del almacén la tienen unos cuantos que llegan temprano a abrirlo para llevar a su gente inmensas raciones que sobrepasan incluso la capacidad normal de ingesta de alimentos dejando a los menos privilegiados sin nada para comer.

En 2005 el fotógrafo norteamericano Peter Menzel publicó un libro llamado 'Hungry Planet: what the world eats' (traducido como 'Planeta hambriento: lo que el mundo come'); el libro está integrado por magnificas fotografías de familias de 24 diferentes países que rodean los alimentos que ingieren en una semana. Como pie de foto Peter Menzel agregó el país, ciudad, lo que gastan a la semana y sus comidas favoritas. Quien tuvo la oportunidad de ver este libro quedó estupefacto al ver que mientras que en Alemania una familia gasta 500 dólares semanales en comida en Chad tienen que lograr alimentarse con poco más de un dólar. (Para los que no lo han visto aquí les dejo el vínculo para verlo en línea o descargarlo).

En la infografía que encontrarán en este vínculo puede verse que en Estados Unidos (principal consumidor de calorías en el mundo) se necesita un 7% de los ingresos de un ciudadano promedio para ingerir las 3770 calorias diarias que come un estadounidense típico. Es decir, en el país del Norte con muy poco dinero se puede comer en exceso. Mientras tanto, allá por el Sur y allá por África, en el Congo, un habitante debe gastar la mitad de su salario para consumir 1590 calorías al día y en Angola si bien consumen 1950 cal/persona/día deben invertir 80% de su salario en alimentos ¿Injusto no?

Alimentar a la población va más allá de un deber moral; alimentar a la población y hacerlo de la forma correcta es un importante cimiento en la construcción de una sociedad más justa, más armoniosa y mucho menos violenta.

El profesor Bernard Gesch de la Universidad de Oxford se ha hecho famoso por sus estudios para encontrar la relación entre la alimentación y las conductas agresivas, poco a poco ha podido concluir algo simple: cuánto comes, cuán violento eres y algo un poco más complejo: qué comes, qué tan violento estás condenado a ser.

En 2002, Gesch y sus colegas proporcionaron los resultados de una investigación novedosa que exponía una relación directa entre el estado de nutrición y el comportamiento delictivo. En el estudio realizado en una prisión inglesa participaron 231 hombres de entre 18 y 21 años de edad divididos en dos grupos de forma aleatoria. A los miembros del grupo A se les agregaron suplementos nutritivos a su comida, mientras que a los del B se les agregaron placebos. Nadie, ni los presos, ni los guardias, ni los investigadores en la cárcel sabían quiénes recibían los suplementos verdaderos, ni quiénes tenían los falsos.

Los investigadores controlaron luego cuántas veces los participantes infringieron las reglas de la cárcel, y compararon los resultados con datos que habían sido recopilados durante los meses previos al estudio de nutrición.

Los suplementos administrados al grupo A pretendían únicamente cumplir con el requisito diario recomendado de vitaminas, minerales y ácidos grasos incluido el ahora famoso omega-3.  Los presos a los cuales se les habían dado suplementos durante cuatro meses consecutivos cometieron un promedio de un 26% menos de conductas asociales en comparación con el periodo previo y los actos violentos disminuyeron en un 37%. Aquéllos que tuvieron placebos no manifestaron ningún cambio especial de comportamiento. 

La California Youth Authority repitió el experimento de Gesch en una de sus prisiones; participaron 402 reclusos durante 15 semanas; los presos 'vitaminados' disminuyeron sus conductas violentas en un 38%. Un estudio más, ahora de la Universidad de Cambridge, concluyó que los niveles del neurotransmisor cerebral llamado serotonina descienden cuando alguien no ha comido o está estresado, ocasionando una afectación en  las regiones cerebrales que permiten controlar la ira.

Si bien la cantidad y calidad de la comida no son los responsables únicos de la violencia parece ser que sí juegan un rol protagónico el cual es poco reconocido.  

En las ciudades actuales hay pobreza y hay hambre, en las ciudades actuales hay mayor disponibilidad de comida chatarra que de comida nutritiva, en las ciudades actuales la publicidad aplastante de alimentos de baja calidad nutricional no está regulada, en las ciudades actuales el pobre roba por hambre y el hambre lo hace robar con violencia, en las ciudades actuales los presos se alimentan mal y las cárceles son incontrolables.

A favor de las ciudades amables tiene que quedar claro que el hambre es violenta y que la saciedad poco nutritiva es un arma de doble filo; combatirlas debe ir mucho más allá del discurso.