Pequeñas ciudades donde la vida es fácil

Foto: Adrian Measures

Hace más de diez años, Paolo Saturnini era alcalde de un pequeño pueblo de la toscana llamado Greve in Chianti y pensó que no era posible que en ciudades pequeñas e incluso en pueblos, existieran problemas de tránsito, de inseguridad, de deterioro continuo y hasta de estrés ciudadano. Así que recordando cómo era la vida cuando él fue un niño un buen día se le ocurrió que los principios y filosofía detrás del movimiento "Slow Food" podían trasladarse a una ciudad pequeña; luego decidió que su idea no era tan descabellada y puso manos a la obra.

Así surgió el movimiento "Cittaslow" que en nuestro cristiano entender es "ciudad lenta". Pronto las ciudades vecinas copiaron el modelito y hoy, 13 años después, hay más de 100 ciudades asociadas que tienen como firme objetivo quitar el pie del acelerador y poder darle a los ciudadanos una mejor calidad de vida.

"Slow food" procura el disfrute pleno de la comida y por tanto "Cittaslow" procura el disfrute pleno de la ciudad y para ello hay que aumentar los espacios verdes, eliminar el estrés, reducir el tránsito vehicular, ofrecer sanas alternativas de esparcimiento, mantener limpia la ciudad, sanear ríos, playas y bosques, fomentar el comercio local....¡uff! una tarea inmensa; parece ser que vivir bien es más difícil que vivir mal.


La filosofía de este movimiento me parece particularmente hermosa; "Cittaslow" piensa que la calidad de vida comienza con la oportunidad de disfrutar de soluciones y servicios que permiten a los ciudadanos vivir su ciudad de una manera fácil y agradable. El movimiento rescata la sabiduría del pasado y la convierte en disfrute gracias a las oportunidades que el presente ofrece.

Saturnini dejó claro en el Manifiesto que preparó que lo que se busca son ciudades donde los hombres siguen sintiendo curiosidad por lo que sucedió en los viejos tiempos; ciudades con vida, llenas de teatros, plazas, cafés, talleres, restaurantes; ciudades con paisajes vírgenes donde la gente aún sea capaz de reconocer la lenta evolución de las estaciones; todo esto por supuesto respetando los gustos y las costumbres y procurando un pueblo sano.

En la práctica, esta filosofía se ha ido convirtiendo en realidad poco a poco en algunas de las ciudades afiliadas mediante proyectos de conservación histórica, de reciclaje, de movilidad sustentable, de ordenamiento y regulación urbana, de limpieza y saneamiento, de fomento al comercio local y de freno al voraz negocio inmobiliario.

Considerando que este es un movimiento enfocado en ciudades pequeñas sus principios no son descabellados y mucho menos utópicos; se trata de un regreso a lo que fue y nunca debió de desaparecer. Lo insólito hoy en día no son estos proyectos, en realidad es el hecho de que una población de 50 mil habitantes no tenga los servicios y la oferta de una ciudad grande pero sí tenga sus problemas.

Muchos han creído que las ideas de Paolo Saturnini se pueden escalar y aplicar incluso a mega urbes o al menos a los centros de las ciudades grandes. Londres ha iniciado ya su programa "Slow Down London" en la llamada "city" que es el distrito financiero y el centro neurálgico de la ciudad y cuya extensión es de 2,6 km2 (1 milla cuadrada).

Comer hortalizas del jardin del vecino, sentarse a charlar en a plaza, comprar pan recién horneado y trasladarse a pie o en bici hoy son de nuevo prácticas más comunes en las ciudades lentas afiliadas a la red que comprar un paquete de hamburguesa, papas y refresco desde la ventanilla de tu auto.

Las ciudades lentas privilegian la calidad de vida de sus habitantes sobre el desarrollo inmobiliario incluso cuando este es inmenso bajo pretexto de que está orientado al turismo y que dicha actividad es el pan que los ciudadanos podrán llevar a su mesa. En realidad los mega desarrollos inmobiliarios para turistas generan divisas que suelen irse directo a manos de los empresarios e inversionistas que viven a muchos kilómetros de la ciudad; los locales se quedan con los sencillos empleos y con las masas de gente que invaden su pueblo cada temporada alta.

Hoy "Cittaslow" es un movimiento vigente en 25 países y 116 ciudades, la mayoría en Europa, algunas en Asia, una en África, un puñado en Estados Unidos y Canadá y lamentablemente ninguna en Latinoamérica; una filosofía que sin duda cabe la pena revisar y considerar para ciudades como San Miguel de Allende, Taxco, Moroleón, Cadereyta y muchas más en México, o como Calama y Tocopilla en Chile, Colonia y Piriápolis en Uruguay, Plottier y otras ciudades varias en la región Patagónica y el norte de Argentina, infinidad de ciudades Brasileñas, algunas en Perú y Colombia.

Se trata de tener pequeñas ciudades donde la vida es fácil como antes, como era, como debiera ser y como esperamos siga siendo.

Comentarios

  1. Uruguay entero puede ser considerado slow jajajaja. Acá no se estresa nadie XD

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