Las joyas de Montevideo. Tercera parte.

El Palacio Salvo inmerso en la matutina neblina invernal
Foto: Tania Valladares
Hace muchos años escuché a un tío decir que Italia era con un gran museo; que desde que te bajabas del avión, el tren o el automóvil todo era como un elemento más de una preciosa exhibición de arte: las casas, las plazas, los monumentos, las calles, las tiendas. Y no estaba equivocado, los italianos siempre han sido reconocidos por su buen gusto, por su sentido de la estética y por sus innovaciones arquitectónicas; no en vano, en Italia se tienen listados más de 100 mil monumentos de todo tipo y de todas las épocas; desde el imperio romano, hasta nuestros días.

Y en los barcos que llegaron tantos italianos a Uruguay llegó también la influencia arquitectónica, el sentido de la estética y el gusto por convertir una simple casa, un club o un teatro en toda una obra de arte. Hoy, las calles de Montevideo son la residencia de hermosas construcciones muy al estilo Italia.


Había ya platicado en este espacio de Luis Andreoni y la bella Estación Central, edificio que sin duda marcó la presencia de Andreoni en Uruguay pero que no fue el único, ni el más, ni el menos. El ingeniero italiano construyó para todos los gustos:


Hospital Italiano. Foto: Gabriel Gemino
Andreoni fue asignado por concurso para construir el Hospital Italiano e inspirado en el Palacio de los Ufizzi en Florencia creo un edificio verdaderamente bello que hoy yace en una transitada esquina de grandes avenidas cual si el tiempo no hubiera pasado. El bullicio de la calle parece ser tragado por sus grandes muros, adentro, el silencio y la majestuosidad de esta obra.

La alta burguesía Montevideana de finales del siglo XIX necesitaba un sitio de reunión en un punto estratégico de la ciudad y así en predio cerca de la plaza y de la rambla, en lo que hoy es Ciudad Vieja, Andreoni levantó un edificio de tres pisos haciendo un 'bufete' de estilos (arquitectura ecléctica). En la planta baja el renacimiento, el primer piso proviene del manierismo, corriente artística predominantemente italiana y el segundo piso es de inspiración barroca. El resultado: el Club Uruguay,un edificio soberbio que sin duda fue el favorito para los más elegantes bailes a fines del siglo XIX y hasta mediados del XX.


Casa Quinta Raffo. Foto: Municipio c Montevideo
Pero no sólo Andreoni trajo la esencia italiana a los muros de Montevideo; Juan Alberto Capurro, nació en Montevideo pero se formó en Italia. Su legado puede resumirse en dos grandes obras: el edificio que hoy ocupa el Museo Juan Manuel Blanes el cual originalmente fue construido como quinta para el Dr. Raffo, cónsul de Italia en Uruguay y que por ello se le conoce como "Casa Quinta Raffo" y el Palacio Santos, actual sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y que fuese construida en 1884 a petición del entonces presidente de la República: Gral. Máximo Santos.

Palacio Salvo. Foto: Fernando Toucedo

Por último, está uno de mis edificios favoritos y sin duda la emblemática estampa de la silueta de Montevideo: el Palacio Salvo. Este es un edificio más nuevo; data de 1928 y su diseño es producto de los trazos del arquitecto y pintor italiano Mario Palanti. El Palacio Salvo fue el primer 'rascacielos' en Uruguay y hasta 1935 el más alto de Sudamérica (105 metros, 27 pisos). Palanti tuvo la idea novedosa de hacer edificios gemelos pero en diferentes ciudades (y diferentes países); en 1923 inauguró el Palacio Barolo en Buenos Aires y cinco años después el Salvo en Montevideo; la única diferencia es que el hermano menor creció unos metros más. 

La silueta Arte Decó del Palacio Salvo guarda muchas historias; en su planta baja un día se alojó la Confitería La Giralda donde un día se presentó por primera vez el tango uruguayo más famoso: La Cumparsita; fue hotel durante algunos años y hasta torre de vigía. Hoy aloja cerca de 400 pequeñas viviendas.


Orgullo de locales y admiración de los que como yo somos ajenos a esta ciudad, la arquitectura italiana en Montevideo deja sin aliento, graba estampas inolvidables en nuestra memoria y hace que uno se sienta caminar sobre un cofre lleno de joyas.

Comentarios

  1. El Palacio Salvo es una joya y coincido contigo, es mi favorito. Yo que trabajo en la construcción me siento en la Plaza Independencia y me quedo embobado mirándolo. Una verdadera belleza

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