Libros y juegos en los espacios públicos

Ludoteca del Gobierno del Estado de Michoacán (MEX)
 ubicada en el espacio del Planetario de Morelia

Leer no necesariamente nos hace mejores personas; bastará decir que Hitler o Maquiavelo por ejemplo eran grandes lectores, pero leer de forma acompañada los primeros años de nuestras vidas y de forma reflexiva en una edad adulta sí construye mejores sociedades. El disfrute de la lectura convierte a los libros en fieles acompañantes y en la herramienta perfecta para aprender a ver el mundo desde diferentes perspectivas hasta lograr comprender nuestro entorno.

Jugar es la mejor forma en que los niños aprenden y también es la máquina del tiempo para los adultos que hoy tenemos en nuestras manos la crianza de los más pequeños. El juego acompaña, el juego enseña, el juego promueve solidaridad, tolerancia e incluso autocontrol.

El ritmo actual de la vida cotidiana y el diseño de nuestras modernas ciudades donde, como bien me dijo hace unas semanas Tania Valladares, "se cree que civilización es sinónimo de muchos autos circulando entre modernos edificios", no permiten que los libros y los juegos quepan cómodamente extendiéndose a lo largo y a lo ancho para poder fundirse con la sociedad.


No hay mejor terreno baldío para los libros, los juegos y los juguetes que los espacios públicos. Estos sitios sin personalidad muy definida en muchos casos son idóneos no sólo para poner bancas bajo frondosos árboles que inviten a la lectura o para instalar juegos de madera que atraigan a decenas de niños por las tardes; los espacios públicos son el sitio perfecto para alojar bibliotecas y ludotecas.

Antes del Internet, de la moda de tomar café en las librerías y salir con un libro de la mesa de ‘novedades’ en la mano y mucho, pero mucho antes de los e-books en las iPads estaban las bibliotecas públicas. Las había grandes con un acervo impresionante y también las había pequeñas con un acervo más humilde pero siempre todas abiertas, disponibles, sugestivas y necesarias. Los niños iban allí por las tardes para consultar los libros de la tarea y se enteraban que con sencillos trámites podían llevarse algunos libros a casa, tal vez para la tarea pero tal vez también para su disfrute.

Ahí están esas bibliotecas, pero ya no hay fila para entrar ni niños, madres y abuelos que orgullosos portan su credencial, tarjeta o carné de préstamo a domicilio.

Algunas ciudades han impulsado desde hace ya varias décadas programas destinados a instalar y mantener ludotecas públicas; en contraste, en muchas otras ciudades del mundo no se sabe ni qué es este espacio, cómo se usa y los dulces beneficios que derrama.

Las ludotecas promueven el juego en familia, controlan el conumo irracional, fomentan relaciones sociales entre vecinos de una forma positiva y ayudan a los niños a entender desde muy pequeños que son parte de un colectivo y que ser parte activa de este grupo es mucho mejor que permanecer quieto, en silencio y/o en casa.

Las ludo y bibliotecas son además el medio para que la población más desfavorecida tenga acceso a libros y jueguetes así como a todo lo que se pueda derivar de la presencia de estos: teatro, cuentacuentos, juegos organizados

No es necesario que la biblioteca y la ludoteca sean inmensos y elegantes edificios; estos espacios pueden incluso ser unidades móviles que viajen de barrio en barrio instalándose en los parques o plazas, también pueden ser pequeñas y sencillas construcciones que inicien con un acervo básico de materiales y vayan creciendo a través de donaciones y actividades de recaudación de fondos. Pueden ser gestionadas por el Gobierno o por organizaciones civiles, en el caso de las bibliotecas pueden ser infantiles o para toda la familia, pueden ser, ¡vaya que pueden ser! y ojala que lo sean.

Los espacios públicos necesitan mucho más que árboles, bancas o una moderna fuente para vivir y sobrevivir; los espacios públicos cobran vida cuando son habitados, cuando se les transmite vida a través de la vida misma. Las bibliotecas y las ludotecas con la debida promoción y gestión tienen el don divino de invitar a la gente a tomar posesión de ese su espacio público donde a partir de ellas habrá charlas, juegos, juguetes, libros, inclusión social y convivencia.

Un poco más de cómo resucitar espacios públicos en: Parques Abandonados

Comentarios

  1. Yo leo muchisimo, pero desde niño, siempre me gusto mucho, es mas, era un poco golfo de crio... ta, bastante golfo y lo hacía a escondidas para no "dañar mi imagen" jajaja, cosas de crios.

    Llevas razón, no se en México, pero en España los juegos de calle están extinguidos, no se ven niños jugando a la pelota, ni al escondite o al pillar ( no se como los llamas tu )es triste. Esto fue algo que me sorprendió bastante del Uruguay, era como ver esa España de los 80 y 90, niños en la calle jugando!!.

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