Todos abordo

Foto: Carlos Casas

El bisabuelo de mis hijos era ferrocarrilero; algunos, hoy adultos, recuerdan algún viaje en tren en su infancia; otros, como yo, nunca viajamos en tren en México pero lo hemos hecho en otros países y nos gusta tanto, tanto que lamentamos no poder hacerlo en nuestra patria.

Los trenes de pasajeros mexicanos existieron desde 1850; primero recorrían tramos cortos los cuales se construían lentamente pero todos buscando la misma meta: unir a través de vías de acero la Ciudad de México con el Puerto de Veracruz; hazaña que en 1873 se completó.

Después vino el auge y los trenes repletos de entusiasmados viajeros comenzaron su ir y venir; con el paso de los años se adhirieron con fuerza a la historia de nuestro país: cuenta la leyenda que Porfirio Diaz lucho con ahínco para que el tren llegara hasta las puertas de la casa de una de sus enamoradas; la Revolución Mexicana está íntimamente ligada al tren mensajero, al tren de soldaderas, al tren que llevaba noticias y testigos de las luchas de un lado a otro del país.


Después de la Revolución, entre 1929 y 1937, los trenes mexicanos fueron nacionalizados y en 1987 cinco líneas regionales se unieron a "Ferrocarriles Nacionales Mexicanos" (FNM) para formar un gigante operativo de trenes. Poco tiempo después de este re-nacimiento de FNM la empresa tuvo que competir con las líneas de autobuses, las aerolíneas y las autopistas sin ninguna fortaleza, pues los gobiernos post-revolucionarios dejaron en el olvido al tren y en suma construyeron apenas 3 mil kilómetros de vías, lo que significó un déficit operativo acumulado de 552 millones de dólares para 1991.

En 1995 ante la situación financiera prevaleciente de FNM el gobierno mexicano optó por la privatización otorgando concesiones por 50 años a cambio de 2,300 millones de dólares. FNM se reestructuró a través de cuatro empresas privadas y en 1997 el servicio de pasajeros fue suspendido dejando sólo vivo el tren turístico conocido como "El Chepe" que recorre parte de la Sierra Tarahumara.

No hay esperanzas de que FNM resucite, hoy se encuentra en proceso de liquidación; pero tampoco hay esperanzas de que resucite el servicio de pasajeros pues la inversión para rescatar vías olvidadas, infraestructura abandonada es inmensa y la realidad es que no hay interés ni público ni privado exceptuando el maravilloso proyecto que hoy es una realidad de trenes suburbanos para la Ciudad de México.

Tan pocas esperanzas hay, que hoy el Museo Nacional de los Ferrocarriles ha iniciado un proyecto de vías verdes; es decir, un proyecto para usar las vías abandonadas de tren, como sendas ecoturísticas; el proyecto es bueno pero mejor sería resucitar a los trenes de pasajeros.

Es triste que no exista interés, o más bien que los intereses estén enfocados en otro tipo de inversiones como autopistas concesionadas con altísimos peajes; o en abrir, operar y rematar aerolíneas; o en el crecimiento de la industria automotriz. Es triste no sólo por el ingrediente emotivo, histórico y nostálgico de los trenes, es triste porque los trenes comulgan perfectamente con el desarrollo sustentable otorgando a los países que los usan para mover a sus ciudadanos de un lado a otro beneficios sociales, económicos y medioambientales.

Una investigación del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) concluyó que el ferrocarril, aplicado al transporte masivo de pasajeros, genera mayor integración regional y social, porque al tender vías férreas se genera el mismo efecto social que al tender puentes. El tren, lleva trabajo, dinero y oportunidades a las comunidades hoy rezagadas. 

Desde la perspectiva medioambiental; el tren de pasajeros disminuye hasta en un 60% la emisiones de carbono en comparación con los automóviles y usan 21% menos de energía por pasajero/km que los coches.

El tren además es un medio de transporte amigable y práctico para el viajero de negocios pues permite viajar de noche, aprovechar el tiempo para leer y trabajar, para hacer llamadas. Es un medio de transporte atractivo y divertido para las familias y además es el pilar para crear una gran diversidad de productos turísticos.

La realidad es que hoy en México no hay ni un proyecto en serio para resucitar al tren de pasajeros pero yo, guardo la esperanza de vivir para oír con frecuencia el clásico llamado de "Toooodos abooordo".

Para saber más:
  • El diario "El Semanario" publicó un artículo sobre los desaparecidos trenes de pasajero. El blog "Misterios Públicos" lo ha publicado íntegro en este vínculo.

  • Visiten alguno de los Museos Ferrocarrileros, hay 18 en nuestro país.


Comentarios

  1. Nunca tuve oportunidad de viajar en tren y me da tristeza saber, que tal vez en México nunca lo pueda hacer.

    Comparto tu opinión, el tren tiene el mismo efecto social que al hacer un puente.

    En el puerto de Veracruz cada vez que cruzo el Puente Morelos y agacho mi mirada y logro observar lo que antes era la estación ahora convertida en el Museo Victor Flores, el cual casi nadie visita,(como en los otros y muy pocos museos en el Puerto de Veracruz) me da mucha nostalgia.

    Saludos. Me gusta mucho tu blog

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